Las medidas de fuerza se suelen tomar para expresar el malestar o la insatisfacción de un sector de la comunidad por una determinada realidad. Estas pueden tener diversos matices e ir de menor a mayor, según el motivo de la protesta. Generalmente, se llega a una decisión extrema como un paro de actividades, cuando una negociación ha fracasado y el diálogo se ha cortado, cuando las partes se encierran en su propia posición y no están dispuestas a ceder o una de ellas se mantiene intransigente. La Universidad Nacional de Tucumán está atravesando nuevamente momentos de conflicto.
Desde hace 11 días, las Facultades de Psicología y de Filosofía y Letras permanecen tomadas por los estudiantes. La protesta surgió como consecuencia de dos denuncias de abuso sexual en las adyacencias del centro Prebisch, donde se hallan las dos casas de estudio. El primero de esos episodios ocurrió el 12 de agosto pasado. Los alumnos exigieron el esclarecimiento de los hechos y mayor seguridad. También solicitaron la declaración de una ley de Emergencia de violencia doméstica y sexual, el boleto universitario gratuito, un comedor universitario en el Centro Prebisch, la participación activa en los contenidos de Canal 10, la implementación de un plan integral de becas y el acceso a la distribución de los turnos, identificación y horario de policías asignados al parque 9 de Julio. El rector y los decanos de la UNT reprobaron la toma de las dos unidades académicas. Tras marchas al Rectorado y a la Casa de Gobierno, el titular de la UNT se reunió con funcionarios provinciales y municipales para buscar una solución a la inseguridad que afecta también a la Quinta Agronómica. Por su parte, representantes de la agrupación La Cámpora anunciaron que se abrirían dos comedores (centro Prebisch y Quinta Agronómica) y que los almuerzos costarían $7. La asamblea estudiantil del jueves rechazó las gestiones y decidió que la toma se extendiera por tiempo indeterminado. A su vez, la Asociación de Docentes e Investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán (Adiunt) decidió una huelga de 24 horas con movilización para el próximo martes en apoyo del reclamo de los estudiantes. Solicitan también la regularización de los docentes interinos y la implementación de la carrera docente.
La medida de fuerza por tiempo indeterminado puede traer consecuencias que afectarían a los mismos alumnos. Al no haber actividad académica, se pierden mesas de exámenes -los que estén en vías de graduarse serán los más afectados- y se vencerán plazos para gestiones administrativas o para la continuidad de becas.
El hecho de perseverar en una actitud intransigente como es la toma de una unidad académica implica intentar imponer por la fuerza un punto de vista o negarse a dialogar y a negociar. Así como impedir el libre tránsito por una ruta cercena un derecho constitucional, del mismo modo lo es una medida que interrumpa el normal desarrollo de la actividad académica, que seguramente perjudica a quienes no comparten la misma posición de los reclamantes.
Estudiantes, docentes y autoridades universitarias deberían sentarse nuevamente a dialogar y no levantarse hasta llegar a un consenso que permita llegar a posibles soluciones, fijando tal vez un orden de prioridades. El diálogo, la comunicación y la tolerancia son la base de la democracia. Cuando la intransigencia gana, todos pierden y también la educación.